Pero en cualquier caso, allí me encontraba yo, ante uno de los momentos más importantes de mi vida, dispuesto a hablar de esa vaga idea que nació del fenecimiento de mi madre, y que tres años después era una novela publicada. Death... hay tantas cosas que puedo decir de Death, pensaba yo... Mas aquel no era el problema, claro que no. En estos últimos días me he dado cuenta de lo fácil que es hablar con desconocidos, individuos para los que eres intrascendente y que, por muy convincente fingida atención que te presten, no serás más que un casi imberbe escritor que publicó demasiado pronto y que desapareció, como tantos otros, sin dejar su huella en la historia. En ese histórico lugar estaban mis amigos y mis seres queridos más allegados. A su lado, los focos, y los medios que también asistieron, no eran más que luciérnagas en el universo. A ellos, que creían conocerme, les tenía que relatar mi descenso a la locura, la fantástica narración que me había llevado a superar el huracán más terrible de mi vida. Iba a quedar irremediablemente expuesto, indefenso.
Entonces, cuando me dispuse a soltar mi perorata, me relajé. Veréis, Death no es una novela común. Está escrita con un nivel de honestidad tan colosal, que si no me expresara con absoluta sinceridad cuando hablo de ella, me estaría traicionando a mí mismo. Este libro no es más que el crisol en el que se fusionaron todas aquellas emociones que obraron, todavía más si cabe, que aborreciera el mundo en el que vivimos. Fui capaz de convertir elementos que me impedían respirar, en un entramado narrativo que desde mi más subjetiva perspectiva, conduce al lector a un contexto fantástico repleto de reflexión y entretenimiento. Es por esto que al expresarme sin lindes, sin cadenas ni ataduras, pude disfrutar de un momento que jamás olvidaré.
Queridos lectores, os dejo fotos y un video del evento junto a esta entrada.
Y a los que estuvisteis allí, gracias. Sobre todo a ti amor eterno, por existir.
Un saludo.
J.G. Enlund
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