Estás aquí. Te encuentras en mi oscuridad. Que te hayas atrevido a llegar a este recóndito lugar me sorprende. No te puedo decir lo que te espera, ni yo mismo lo sé. Sea cuál sea el resultado, bienvenido a La oscuridad de J.G. Enlund.

lunes, 23 de marzo de 2015

Presión en la oscuridad

Desembozo mi oscuridad y me dirijo a vosotros, mis lectores, porque siento la necesidad de compartir estas primeras vivencias que estoy padeciendo en este duro peregrinar llamado literatura profesional. En los más de tres años que he tardado en escribir y publicar Death, no recuerdo un momento peor que el actual. Mientras tecleo, siento una incesante sensación en el pecho que me dificulta respirar de la forma adecuada. Pero no sé por qué me sorprendo, en las últimas fechas siempre ha sido así. Lo reconozco, estoy desbordado. Y como siempre fue, quizás el único modo de liberarme de esta recalcitrante presión, sea escribir.

Desde los albores, concebí el ejercicio de la literatura como la vía de escape a una realidad insuficiente en demasiados aspectos. El mundo, la sociedad, el ser humano... No diré que me repugnan, ya que poseen elementos que solo por manifestarse justifican cualquier existencia, pero sí afirmaré que me hastían, empezando por mí como ser humano, parte de la sociedad que conforma el mundo actual. Por este motivo, diseñar otras realidades y tirar de inventiva para edificar castillos imposibles es mi arma para retar a la realidad. Y hasta hace poco, sin reportarme una felicidad desmedida, debo reconocer que me hacía sobrellevar el día a día con el optimismo propio de aquel que en su mente contiene infinitos mundos paralelos, todos plagados de personajes con unas emociones y un destino por concebir. No obstante, los cimientos de mi modus vivendi se han visto debilitados por el cambio de estado de mi obra.

Antes Death era solo mía. Era mi refugio, el lugar en el que podía tomar esas decisiones que aquello conocido por algunos como destino parece abrazar en el plano terrenal. No busco llevar al engaño cuando os desvelo que Death me importa más que la mayor parte de lo que acaece en el mundo real, ya que  lo que ocurre tanto en la dimensión que allí os presento, como en el resto de las que pululan por mi caprichosa mente creativa, me golpea emocional e intelectualmente. Es un reto continuo;  cuando un personaje llora, debo llorar, y cuando uno mata, debo imaginar cómo sería arrebatar una vida. Al final, discernir qué es lo real resulta complicado, ya que la única base que tengo para justificar lo que concebimos como existencia corpórea, son unos sentidos que dependen de las señales enviadas por los elementos externos, y mi capacidad para procesarlas, mientras que lo que se origina en mi interior tengo la certeza de que es mío. O al menos creo tenerla.

Pero ahora Death ha cambiado de plano. Publicándose, a roto la barrera, y ha llegado hasta vosotros. Muchos veréis elementos que nunca quise relatar, y otros incluso puede que contempléis lo que en realidad pretendí representar, mas esa no es la fuente de mi preocupación. Siempre me vi perseguido por la necesidad de publicar mis obras, y no únicamente por vana egolatría, que seguro que también, sino por el absurdo sueño de que existiera alguien que un día, luego de leer uno de mis delirios, fuera capaz de perderse en mi realidad. Pero fui un iluso, como lo son todos los niños. No calibré el poder de la realidad para pervertir la totalidad de lo concebible. Su capacidad para convertir un imposible anhelo hecho realidad, en un cubil de repulsión. Antes no podía verlos, pero ahora los conozco, sí a ellos, que se aprovechan de las ensoñaciones de los artistas, de su fuente de hálito, para alimentarse, pervirtiendo así una creación de insondable carga emocional.

A todos esos que no miráis Death con los ojos que me gustaría, os diré que lo sé, conozco lo que pretendéis. Sé que mi obra no es importa nada,  pero os diré una cosa, esta realidad emponzoñada destruyó a la persona que me trajo a la vida, proceso al que asistí durante veinte años, día tras día. No existe ninguna artimaña que podáis blandir que no conozca. Y es por esto, que aunque os permita devorar parte de Death, sabré cuándo deteneros. Debo mantenerme paciente, a la espera. No es el momento pero llegará. Hasta entonces, debo construir Pain.  La siguiente parada de este tren sin freno. No voy a detenerme mundo. No.

J.G. Enlund

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